
Me di cuenta de que no tengo por qué cargar con el mal humor de los demás. Muchos acostumbran descargar la rabia con el del lado: una mala palabra, un empujón o una cara fea.
No es mi culpa, para nada. El que está enojado es el del problema.
No digo con esto que no importa lo que le pase al prójimo o que hay que echar la empatía y solidaridad por el caño... digo que no hay que sintonizar con malas ondas.
Si tuvo un mal día ¡no me jorobe!
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