miércoles, 5 de junio de 2019

Comerse la tristeza

Es sorprendente cómo el cuerpo reacciona y se desenvuelve con la pena. En marzo, cuando se murió mi papá, estuve llena de moretones. Después tuve pequeñas infecciones en la piel en diferentes partes del cuerpo y pese a que no he comido exageradamente, he engordado mucho. Me cuesta más ver con poca luz, a veces me duele la cabeza de un momento a otro, o los oídos, pero no he estado resfriada. Ya luego me voy a hacer el chequeo anual de salud, pero no creo que haya mucha diferencia con el del año pasado, sólo que ahora soy territorio de oleadas intermitentes de tristeza.

El gordo

Varias veces en la vida he pensado, imaginado, soñado, qué haría si un día me gano un premio millonario. Aparte de lo obvio, como un ahorro e inversión hay una lista de cosas que haría, la resumo en 10 puntos:
1- Enchular la casa: segundo piso que sea un gran ambiente sin paredes, una gran biblioteca, rincones de juego y un baño con tina bacán y techo transparente. Sus buenos paneles solares, sistema de recolección de aguas grises, huerta, terraza y jardín que yo diseñe.
2- Un departamento para cada hijo.
3- Una pensión decente para mi mamá. La jubilación de profe y el montepío no son mucho.
4- Un auto eléctrico.
5- Ayuda doméstica. Oh sí, sería muy bueno y me daría tiempo para los siguientes puntos.
6- Educación: cursos y diplomados, desde locución a poesía y comunicación estratégica. También clases de danza, canto, gimnasia, natación. Incluyendo retoños.
7- Conciertos. Muchos, todos a los que tenga ganas de ir.
8- Viajes. De diferentes duraciones y distancias. Iría a visitar a gente querida, iría a conocer mis lugares de sueño, vacaciones, escapadas.
9- Apoyar causas en las que creo. Con más que difusión y “likes”.
10- Un emprendimiento que me guste y dé pega a otros, aunque no obtenga ganancias.

Ustedes, ¿Tienen lista su lista?

martes, 4 de junio de 2019

Nube de duda, duda de nube

En la mañana íbamos mirando y conversando con las pequeñas. Por un rato la cordillera estaba enmarcada por nubes coloradas y hablamos de ellas, del viento, del agua, el sol, el color. Salió la duda de que si se llamaban arreboles los del atardecer y los del amanecer o dependía de la hora cómo se les dice. Quedamos de ir a la biblioteca a buscar un libro sobre las nubes. Me ahorré decirle que con un clic y un tecleo podríamos saber igual, porque prefiero mil veces que vayamos a bucear entre hojas impresas, que busquemos estantes, números, páginas.