miércoles, 5 de junio de 2019
Comerse la tristeza
Es sorprendente cómo el cuerpo reacciona y se desenvuelve con la pena. En marzo, cuando se murió mi papá, estuve llena de moretones. Después tuve pequeñas infecciones en la piel en diferentes partes del cuerpo y pese a que no he comido exageradamente, he engordado mucho. Me cuesta más ver con poca luz, a veces me duele la cabeza de un momento a otro, o los oídos, pero no he estado resfriada. Ya luego me voy a hacer el chequeo anual de salud, pero no creo que haya mucha diferencia con el del año pasado, sólo que ahora soy territorio de oleadas intermitentes de tristeza.
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