miércoles, 17 de julio de 2019

Inofensivo

No fue un cambio sutil. Desde que te fuiste lo que antes era cotidiano e inofensivo, reveló su poder escondido. Quién imaginaría cuánto dolor y daño me hacen ahora tus pantuflas olvidadas en el baño. Un utensilio, un papel, cosas al azar dejadas. Ahora me rodean, las veo, las siento. Golpean el halo de tu ausencia. Machacan la pérdida. Evidencian esa sensación de falta, de vacío, de línea blanca que demarca donde quedaste. Pistas forenses que sólo refuerzan que estuviste y ya no estás. Nunca antes una taza había provocado tanto. Nunca antes disparaban con tanta fuerza los objetos. Ese par de zapatos nunca había resonado tanto. La ropa sucia del canasto nunca me hizo antes pensar más que en detergente. Ahora me cita coplas que yacían dormidas en la memoria escolar, me evoca apuntes de libros centenarios, que ya nadie más en el mundo recita de memoria. Cotidiano. Tomaron un peso. Antes desapercibido, ahora un almud de piedras. Memoria,memoria. Cada pelusa, un memorial. 
Sé que no eres tú, que soy yo interpretando. Es que de repente todo es ofrenda mortuoria. Todos son tesoros de tu paso por la tierra. Reliquias. Se bañaron de recuerdos y quedaron con una capa dura que voy puliendo. Más pulido, más brillo… y más se notan. No logro desprenderme ya de este montón de chucherías. Es que en algún momento las tocaste. Y ya no estás. Y si las toco es como estar en contacto de nuevo con tus manos. Tus manos libres, alegres, despiertas, sin sondas, sin vendas, sin una caja forrada con esa ventana donde te dijimos adiós. Cosas de tu vida de vivo. Cosas de tu vida tranquila, de risas, de ratos agradables. Me da pena sentarme en tu silla. Me da pena ver tus fotos, porque veo tus dientes apretados, tu cara que de repente se puso fría. Chocan esas dos imágenes. Escucho en mi cabeza tu risa y tu voz. También el pitido de las máquinas cuando todo quedó plano. Y el silencio frío del momento que palideciste. Y la máquina que siguió inflando y desinflando, pero que se notaba que ya no, que no era más como antes. Y me enojo. Me enojo por todo y a cada rato.Y tengo pena. Y el tiempo no me alcanza para llorar. Ningún tiempo va a ser suficiente para llorarte.

lunes, 1 de julio de 2019

Independencia en vasito y con filtro

Como los escolares que se sienten grandes tomándose un café de servicentro. Eso es lo que pasa con las cadenas de café saborizado. No importa si no es tan rico, lo que se compra es la experiencia de sentirse grandes, independientes, con plata para comprar algo “diferente". Darse un gusto más allá del gusto. A otros les funciona con zapatos, carteras, zapatillas, hasta autos. El problema es que para algunos no vale si no se muestra, así que comerse cucharadas del frasco de dulce de castañas no califica, porque se usa hacer públicos los placeres privados.