En los días grises, pucha que ayuda una sonrisa.
Esa señora, entre los 104 que venían en el mismo vagón, que te ayudó a pasar y que no se molestó cuando le pediste permiso para pasar y bajarte.
Esa persona que te preguntó sinceramente cómo estás.
Esa amiga que te mandó un mail para agradecerte algo (que tu pensabas que no era para tanto).
Esos libros que uno lee y relee y cada vez encuentra algo con qué emocionarse.
Ese abrazo silencioso sin pedirte nada.
Ese chiste que llega de pasada.
Ese imprevisto que te distrajo de la lágrima que traías en la garganta.
Ese cariño que te hizo tu mascota, que quería e insistía en acurrucarse a tu lado.
Esa canción que guardas en la memoria.
Esa señora, entre los 104 que venían en el mismo vagón, que te ayudó a pasar y que no se molestó cuando le pediste permiso para pasar y bajarte.
Esa persona que te preguntó sinceramente cómo estás.
Esa amiga que te mandó un mail para agradecerte algo (que tu pensabas que no era para tanto).
Esos libros que uno lee y relee y cada vez encuentra algo con qué emocionarse.
Ese abrazo silencioso sin pedirte nada.
Ese chiste que llega de pasada.
Ese imprevisto que te distrajo de la lágrima que traías en la garganta.
Ese cariño que te hizo tu mascota, que quería e insistía en acurrucarse a tu lado.
Esa canción que guardas en la memoria.