sábado, 20 de abril de 2019
Almas oscuras
De vez en cuando me los topo, y cada vez me sorprenden. Es que mis padres son (mi papá, desde lo invisible, sigue siendo) buena gente, así que crecí creyendo que las personas son buenas, decentes, generosas, trabajadoras y humanas, como ellos. Por eso me desayuno cada vez que veo a estos especímenes. Hasta hace poco, en el tope de la lista de infectos estaban los que van a fumar al lado de los juegos infantiles de las plazas, pero hoy encontré un nuevo acreedor al premio: en las plantas espinosas (agave amarillo) de afuera de mi casa alguien con una conciencia retorcida echa; en bolsa plástica y todo, las cacas de su perro. No sé cómo escoge el lugar de más difícil acceso, donde es imposible sacar sin pincharse, pero ahí las deja. Mierda de perro, mierda de gente.
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1 comentario:
Bien de mierda en realidad. Yo también tengo de esos agaves. Saludos de ánimo, espero que aprenda el mal vecino a respetar al prójimo.
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