Hay textos escritos con fines didácticos, que no deben tomarse al pie de la letra, por eso se paran los pelos cuando los enunciados se hacen realidad.
Leía de la muerte de un monje budista aplastado por un elefante y me acordé del cuento "El Elefantillo", que explica Jodorowsky en uno de sus libros, donde unos hombres mueren aplastados por una elefanta, lo que puede interpretarse (según el autor mencionado) como un castigo o como una incorporación a la divinidad.
Los que leyeron a Huxley o a Orwell podrán encontrar muchas más situaciones donde la realidad sobrepasa a la ficción (otros pueden decir que la vida imita al arte).*
Es raro que pasen cosas que uno había leído, sobre todo cuando se trata de historias fantásticas o maravillosas (me refiero con esto a los mundos literarios, no a al calidad de las mismas).
Se supone que los creyentes tenemos la certeza de que se cumplián ciertos vaticinios, todos ellos incluidos en textos sagrados o aprobados por la jerarquía superior del grupo al que se pertenece, además vivimos (me refiero a las personas en general, no a mi en lo particular) encontrando coincidencias entre Nostradamus (lo tomo como el mejor ejemplo para este punto) y todo lo que pasa en el mundo; buscando la quinta pata de un gato que a veces es imaginario o armado artificialmente.
Un poco de paranoia hace insertar en el mismo hilo cosas que de otra manera estarían inconexas y con ese material bordar algo. Algo raro.
Nuestra porfía en tener la razón siempre nos lleva a decir "yo te dije" (o "¿no te dije yo?", "no me hiciste caso", "pero si yo te advertí" y sus múltiples variaciones), debe ser por eso que queremos que todo esté dicho con antelación.
Aunque nuestra expectativa sea que lo que esperamos se cumpla, nos sorprendemos cuando pasa de manera predeterminada.
Uf, después sigo enredándolos.
* Me disculpan los clisés por favor, usé las frases para darme a entender. Todavía tengo un poco de sueño así que las sinapsis no parecen muy abundantes.
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