domingo, 8 de septiembre de 2019

Supervillana

De vez en cuando empatizo con los antagonistas, porque siento esa rabia que, según los guionistas, los impulsa a ponerse malos. Esas veces que veo a alguien haciendo "lo que yo debiera, lo que hago mejor, lo que me había ganado". Todos escenarios supuestos, porque a fin de cuentas, si yo era mejor, si me correspondía; estaría efectivamente ahí. Tal vez es cierto que sin los apitutados, o si te hubieran llamado para preguntar, o si te hubieran ofrecido proyecto, si el concurso hubiera existido de verdad, si hubieran hecho lo que dijeron o si mil escenarios, las cosas serían diferentes. Pero no hay cómo saberlo y es puro orgullo. Orgullo herido lleva a pensar cosas malas. Rabia y pena, combinación nefasta. Mi nombre de villana sería voz venenosa y mi poder maligno; hipnotizar al contrincante, hacerlo confesar sus malas acciones y convertir en ácido sus palabras.

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