Le doy mucho valor al acto de pensar, analizar y cambiar. Valoro a los que creen en algo porque están convencidos y se ajusta a su pensamiento.
Sospecho de quienes siguen algo por tradición, por pertenencia, amiguismo, miedo o "porque sí".
Valoro al que piensa diferente en su familia, que es capaz de entender la posición de otras personas y sin embargo buscar una voz propia.
No confío en quienes defienden un punto atacando al contrincante sin explicar de qué se trata su idea. Tampoco me fío de los que responden con la misma frase de alguien más, sea un discurso humano o divino.
La belleza de la conversión, de cambiar de opinión y de revisar las creencias es sagrada.
Gana más el que se convence y cambia que el que no se mueve jamás.
Vale para conversos, arrepentidos y buscadores.
Me gusta la gente que es capaz de explicar y dar a entender su postura, aunque yo no le encuentre la razón.
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