Lisboetas.
Pruebo delicados dulces de convento y me siento más cerca de tu cielo.
El humo de las castañas asadas se parece tanto, tanto al color de tu pelo.
Las baldolsas con estrellas y flores, las camino contigo. De la plaza al obelisco, la estación, el puente, hasta el castillo.
Me pareció verte subir al tranvía 28, con el sombrero de Pessoa. Amalia, eterna, nos canta y hoy pasamos por la casa de Saramago. Subimos y bajamos calles empedradas de versos magníficos, al son de campanas verdes. Ya sabes, las que han gastado los poetas.