martes, 9 de agosto de 2011

Enseñanzas de Metro

Gracias a que uso el Metro a diario he aprendido muchas cosas:

Que la mañana es la mejor hora para andar apretujado, por la temperatura, el efecto mágico del baño reciente, el ánimo imperante (onda "vamos a") y la escasez de gente copeteada que te eche el aliento.

Que la sonrisa y el "por favor" mantienen sus efectos maravillosos, aunque disminuye su eficacia en forma inversamente proporcional a la densidad de personas por metro cuadrado.

Que cuando hay movilizaciones, manifestaciones o actos culturales, uno puede experimentar vívidamente lo que sienten los perritos antes de nacer (apretados por todos lados por otros seres similares que se mueven, a veces te pegan y todo está medio húmedo y tibio).

Que en casos de premura, se pasan por alto todas las incomodidades.

Que las ventanas son un invento preciado por su escasez en los aparatos subterráneos.

Que todavía hay gente amable en Santiago y que aunque haya 20 caras agrias que bufan, una sola que sonría y anime es suficiente para llenar un vagón entero de buena onda y hacer del viaje una buena experiencia.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Haciendo recuerdos

Me encantaba esta lonchera. Llevaba leche al Jardín en el termo
Estamos en etapa pre cambio, ordenando, achicando el closet y dándole el bajo a la despensa. Pensando en qué se va y qué queda. Tratando de que en las maletas quepa lo más posible. Pensando y pensando nos topamos con cosas que no se venden ni se regalan. No es lo más grande, ni lo más caro, ni siquiera la tele; son los libros, las fotos y los recuerdos familiares (algunos juguetes, un reloj).

¿Cómo fue que esa mini cajonera con mimbre se transformó en un objeto importante?... lo de los libros y el reloj de la abuela (que fue del bisabuelo) se entiende, pero el mueblecito de mimbre sólo se justifica por todas las horas de juego que me dio cuando niña. Fue casa de conejos de plástico, teatro de Playmobil, joyero de chucherías, asiento de muñecas.

Pienso qué cosas son así, tan preciadas y en realidad no me duele guardarlas un tiempo y no me van a hacer falta en el día a día... pero pucha que me voy a alegrar al verlas de nuevo al regreso.

La lista:
- El peluche de orangután que me regaló Estudioso cuando empezamos a pololear
- Juguetes de guagua de Estudiosín
- Varios libros
- Fotos

Seguro se me quedan cosas en el tintero.