
Los años me están haciendo mostrar las cartas.
Soy mañosa, sí.
Una de las mañas más raras que tengo es la profunda molestia frente a la obligación.
No frente a los deberes de trabajo o estudio, tampoco con las leyes, las normas de tránsito, de urbanidad o comportamiento, sino con las cosas que son "forzadamente obligatorias".
Por ejemplo: me gusta cocinar y encuentro que lo hago bien. Si alguien me pide que le ayude a preparar algo, ningún problema. Pero cuando sin aviso (sin preguntar) me imponen "tú tienes que preparar todo" y nadie más lo hace... el gusto se va a las pailas.
Encuentro injusto TENER que hacer algo de esa manera. El peor argumento que pueden usar conmigo es "pero es que HAY que hacerlo", porque si es apremiante el que me pide podría hacerlo, o cualquier otra persona, ¿por qué tendría que hacerlo yo sola si nadie más lo hace?
O cuando me ofrezco a hacer algo desinteresadamente y de repente me empiezan a pedir -exigir- más y más cosas... me dan ganas de mandarlos a todos ¡a la porra!
A este paso, cuando tenga 60 años voy a ser una vieja de mierda...