
Conozco a alguien que..., a una prima/tía (o)/abuela (o) le pasó...
Es entretenidísimo juntarse a contar historias. Anécdotas familiares que una y otra vez rondan los almuerzos, onces o comidas apatotadas con parientes, y que siempre nos hacen sonreír y acordarnos de la historia que siempre contaba la abuelita.
Además, nos conectan con la familia humana; son historias que compartimos con amigos y así vuelven a vivir en las bocas que las cuentan y los oídos que las escuchan.
Así se aprende la gracia de contar, la gracia de escuchar y lo lindo de la memoria. Hay familias que también cantan. Al final cada uno tiene su canción, que todos corean con más amor que tono.
¿Les conté alguna vez que conocí en persona a Ernesto Cardenal, le leí unos versos míos y me felicitó? todo esto en el mágico valle de Lolol. Cuando tenga nietos, les voy a contar.