jueves, 25 de abril de 2019

Jardinear

Mi casa de infancia estaba llena de plantas, rosales, enredaderas, naranjos, parras. Yo siempre como que le tuve susto a poner plantas y que no crecieran. En el departamento de Valparaíso teníamos apenas dos plantitas, una se murió y la otra la heredó la C. En Lolol hubo más y fue nuestro primer intento con el ciboulette. En la Francia no tuvimos ni una. Ahora que llevamos varios años en Santiago, echando raíces, de a poquito vamos atreviéndonos con las plantas. Ciboulette creciendo vigoroso, algunos cactus que van bien, un romero que va prendiendo, laurel firme, naranjo con fuerza (segundo año que voy a hacer mermelada), damasco chiquitito, pero nos regala como 20 frutas anuales. Pienso plantar unas semillas de pimentón que tengo guardadas y el otro año, zapallos de los que nos convidaron de su huerta los compadres. Las monas chicas aprendiendo también a hacer hoyos con la palita, a regar con cuidado las flores y a disfrutar lo rico que nos da la tierra.

1 comentario:

Ya tú sabes dijo...

Estimada, un gusto leerla de nuevo. Lindo eso de echar raíces rodeados de verde. Felicitaciones por la familia agrandada