domingo, 16 de diciembre de 2007

Canciones de acto


En mis tiempos (ya me expreso como anciana) las profesoras a cargo de los actos de fin de año en los colegios sentían una admiración o amor especial por José Luis Perales y el coro españolísimo de niños cantando por que sea verde el jardín, no le apaguen el sol, un mundo feliz, no escuchar el cañón, el que no sabe escribir, el que escribe versos de amor y para ver si nos hacen pensar. Existe en esta época del año una especial sensibilidad medio cursi que se expresa en todo su esplendor en estas actuaciones infantiles. Pero pasan los años y las canciones cambian, aunque el espíritu no.
Desde hace un tiempo se puso de moda Diego Torres, el cantante argentino que parece tener los brazos cortitos, con su Color Esperanza, en diferentes versiones (incluso con frases en portugués), haciendo cantar a la platea y galería al unísono. Yo sé que se puede y quiero que se pueda, pero la dichosa cancioncita hincha las pelotas (es un modo de decir, ya que pelotas no tengo).
¿Son todas las profes que preparan actos iguales?
¿Para el cargo les hacen un test especial?
Preguntas que rondan en el aire.

No se aflijan contando cuántas veces más tendrán que escuchar los temas ya citados, miren que hay lugares en que pensaron otra cosa; en el jardín infantil del que fui apoderada en Valparaíso (¡grande, tía Giglia!) ponían las Nanas de la Cebolla (puede que su intención fuese hacerme llorar... lo consiguieron), los niños representaban a Don Crispín de Charo Cofré (el que es bailarín, cantarín y saltarín) y mostraban cosas más conceptuales con fondo de Dead can Dance (niños y niñas con trajes negros y capas de distintos colores moviéndose por el escenario).

¡Todavía hay esperanza!

Saber que se puede... (disculpen el lapsus, ja ja)

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