
Por Dios qué rico es el Cola de mono (o ponche en leche, depende de dónde vivan), sobre todo el preparado con cariño. Tiene olor a casa, recuerdos, juegos y alegría. Aunque yo lo probé grandecita, de niña también sentía el aroma de las especias tan característico. El olor del papel de regalo también me trae a la memoria la expectación y risas al abrir los presentes frente al pesebre. Una guagua en moisés tejido y un juego de tres pisos de bandejas con ruedas, llenas de platitos, cubiertos y teteritas fueron regalos que disfruté muchísimo. Me acuerdo del olor del pino que adornábamos con guirnaldas rojas y doradas, pinchándonos de vez en cuando. La misa del gallo llena de animales que a ratos distraían a la gente con ruidos y balidos.
Recuerdos lindos porque se construyeron en familia.
Espero que los niños de hoy tengan esa oportunidad en Nochebuena.
1 comentario:
El olor a canela y nuez moscada es embriagante.
¡me gustan mis blogs!
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