
Desde chica me ha gustado bailar. Nada muy profesional, sino puro sentimiento. Soy de las que bailo y canto al mismo tiempo. Una fiesta de colegio no era fiesta sin haber bailado un rato. Con mis amigas inventábamos pasos divertidos y mini coreografías (nada muy elaborado mi muy "gringo"), riéndonos montones al estar en la fiesta, divisarnos y hacer el pasito al son de los éxitos que sonaban en la década del 90.
Admiro profundamente a los buenos bailarines (especie que no abunda, por lo que habrán podido comprobar en observaciones de campo), desde los viejitos que se mandan una cueca bien zapateada hasta los locos que bailan tap, pasando por las bailarinas árabes y las bailaoras (de las que he soñado ser parte).
En este tiempo es bueno bailar, porque entramos en calor mejor que con la "Batalla del Calentamiento". Mejor si es a pata pelá y con la música fuerte.
Además sirve para hacer ejercicio, liberar tensiones y ponernos contentillos.
Admiro profundamente a los buenos bailarines (especie que no abunda, por lo que habrán podido comprobar en observaciones de campo), desde los viejitos que se mandan una cueca bien zapateada hasta los locos que bailan tap, pasando por las bailarinas árabes y las bailaoras (de las que he soñado ser parte).
En este tiempo es bueno bailar, porque entramos en calor mejor que con la "Batalla del Calentamiento". Mejor si es a pata pelá y con la música fuerte.
Además sirve para hacer ejercicio, liberar tensiones y ponernos contentillos.