No voy a hablar todavía de las candidaturas, no se asusten. El tema son las elecciones que hacemos a cada rato y que van marcando la pauta de lo que hacemos en el día. Desde cosas tan triviales como el menú de hoy, por qué calle irse a comprar el pan o qué chaleco ponerse hasta el ánimo con que vamos a enfrentar los desafíos. Quiero hablar de las decisiones de mediana importancia (tampoco de las que conllevan la supervivencia), por ejemplo, cómo enfrentar el día después de una noticia desalentadora.
Hay varias opciones: tristeza, enojo, indiferencia y optimismo. Que no es lo mismo indiferencia que optimismo, porque el optimista conoce el problema y opta por superarlo viendo el lado amable de la situación y el indiferente sólo lo chutea.
Creo que la gente tiene todo el derecho a enojarse y patalear si algo no les resulta, pero tampoco es sano que vivan en función de ese enojo.
Esta semana no quedé en una terna por un puesto al que estoy postulando hace 2 meses. Tenía harta esperanza en que resultara e igual me puse un poco triste cuando supe que no quedé. Pensando después por qué no quedé, qué me falta, si soy o no capaz, etc, etc. dí con una respuesta: una mala decisión (no de carrera o de postulación, nada que ver), una mala decisión del que confeccionó la terna. Tal vez influido por pitutos de los que carezco. Se lo perdió. Estuvo cerquita de tenerme entre los suyos, pero no fue visionario.
Dejo ya de preocuparme y de socavar mi autoestima, que las oportunidades vendrán a encontrarme en el camino (yo ya salí a buscarlas).
Hay varias opciones: tristeza, enojo, indiferencia y optimismo. Que no es lo mismo indiferencia que optimismo, porque el optimista conoce el problema y opta por superarlo viendo el lado amable de la situación y el indiferente sólo lo chutea.
Creo que la gente tiene todo el derecho a enojarse y patalear si algo no les resulta, pero tampoco es sano que vivan en función de ese enojo.
Esta semana no quedé en una terna por un puesto al que estoy postulando hace 2 meses. Tenía harta esperanza en que resultara e igual me puse un poco triste cuando supe que no quedé. Pensando después por qué no quedé, qué me falta, si soy o no capaz, etc, etc. dí con una respuesta: una mala decisión (no de carrera o de postulación, nada que ver), una mala decisión del que confeccionó la terna. Tal vez influido por pitutos de los que carezco. Se lo perdió. Estuvo cerquita de tenerme entre los suyos, pero no fue visionario.
Dejo ya de preocuparme y de socavar mi autoestima, que las oportunidades vendrán a encontrarme en el camino (yo ya salí a buscarlas).
6 comentarios:
Si la montaña no viene...
¡mucha suerte!
puede rozar lo indifente.. pero cuando me desiluiono con algo que queria y no lo logro, pienso en q sabio es el camino de lo deconocido y que nunca sabemos quienes dominan las fuerzas para que, siempre eso q parace malo, termine siendo lo mejor... por eso me gusta pensar que "uno nunca sabe porque pasan las cosas... hasta que pasan"
=)
saluditos afectuosos!!!
Y después uno se pega el alcachofazo.
Saludos de vuelta
XOXO
fuerza nada más, sigue intentando
aveces hay que golpear muchas puertas, uno nunca sabe cual se abrirá y si sabemos ahi.... por qué no se habrían las otras.... Siempre pa adelante!!!!
Caminando
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