Ella también tiene el vicio

Ya está, descubrí por qué puedo pasar tanto rato jugando frente a una pantalla: cuando niña me mordió el gusanillo del juego (versión ñoña eso sí), por eso pasaba tanto rato en los videos, por eso me instalaba con la Patty en el Miss Pac Man (también jugaba al Galaga, Space Invaders, algunos Pin ball -Xenon, Genie y Kiss- y el de Star Wars hecho de palitos con música midi), por eso me encantan los solitarios de cartas y de computador, por eso mis largas sesiones de Tetris y Bejewled, por eso enganché tanto con Who has the biggest Brain? y el maravilloso Word Challenge.
No me gusta mucho competir con otros, sino ir superando mis marcas. Me gusta jugar con el mouse, aunque a veces el teclado sea más rápido (pero preferiría mil veces un joystick de esos con una bola en la punta).
Mi amor por el juego no llega a extremos de dejar de ir a lugares o hacer cosas por jugar, pero rato que tengo me juego una partidita de Word Challenge.
Sé que es una diversión ñoña, pero asumo que siempre he sido así.